Ante el debate generado por la campaña del Ministerio de Consumo sobre la necesidad de reducir el consumo de carne, la Unión de Consumidores de Asturias recordamos que desde hace años -mucho antes de la conformación del actual Gobierno de Coalición- la propia Agencia Española de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición (AESAN) recomienda un consumo semanal que oscile entre «las dos y las cuatro raciones de carne a la semana, preferiblemente blanca y nunca más de dos a la semana de carne roja», asimismo compartimos la posición tradicional del movimiento ecologista en contra de la ganadería industrial, intensiva, y en favor de la ganadería extensiva y agroecológica.
A nivel de salud pública, las autoridades sanitarias recomiendan una reducción del consumo de productos de origen animal, especialmente carnes rojas y procesadas las cuales están declaradas por la OMS como “posiblemente cancerígenas”. Como recoge el diario digital «InfoLibre», la Agència de Salut Pública de Catalunya (ASPCAT), por su parte, recomienda «reducir su ingesta y nos dice que se puede consumir entre tres o cuatro veces por semana, la roja una o dos», e insiste en el consumo «ocasional de las carnes procesadas y ahumadas». El plan España 2050 del Gobierno de Pedro Sánchez ya repara en ello, al señalar que «el consumo de carne de la población española es entre dos y cinco veces superior al recomendable».
Por otro lado, como señala Ecologistas en Acción en el artículo «La ganadería industrial es el problema» (VER AQUÍ), esta necesaria reducción en el consumo de carne tiene que ir acompañada de un cambio en el origen del producto, que debe provenir de ganadería extensiva y, en la medida de lo posible, certificada como ecológica.
La ganadería extensiva además genera más empleo, por el tipo de manejo y por la industria de transformación y puesta en valor artesana y local asociada, en contraposición a la industrial que, al estar mecanizada, requiere menos mano de obra. Según una investigación que publicará próximamente Ecologistas en Acción, tres de cada cuatro municipios con ganadería industrial de menos de 5.000 habitantes pierden más población que los que no han desarrollado este modelo productivo.
En el plano ambiental, la ganadería, según sea el modelo productivo al que nos refiramos, puede contribuir al cambio climático o mitigarlo. La ganadería industrial genera grandes cantidades de gases de efecto invernadero en las distintas fases de producción, transformación, transporte de insumos y productos o producción de piensos, mientras que la ganadería extensiva compensa sus emisiones a partir del aprovechamiento de los recursos locales. Los pastos, por ejemplo, son sumideros de CO2.
Por otro lado, la ganadería extensiva, al contrario que la industrial, no genera problemas de contaminación de aguas por nitratos que están llevando a muchos pueblos a no tener acceso a agua potable. Este problema, también de salud pública y vinculado a la expansión de la ganadería industrial, se puede visualizar en el mapa publicado por Ecologistas en Acción, a partir de información de la Junta de Castilla y León, donde los municipios que tienen problemas con el agua han pasado de 67 a 709.