Viviendas del Principado de Asturias – VIPASA, el peor y más desalmado casero de Asturias

«Viviendas del Principado de Asturias (VIPASA), la empresa encargada de gestionar las casi 10.000 viviendas públicas de la comunidad, ha sido acusada estas últimas semanas de ser “el peor casero de Asturias”. Asociaciones del tercer sector y activistas por el derecho a la vivienda denuncian la escasez de viviendas públicas en la comunidad, pero también la gestión negligente de las mismas», informa el diario digital asturiano NORTES.

VIPASA se está ganado a pulso la condición de «el peor y más desalmado casero de Asturias», por el grave deterioro en que tiene su parque de vivienda pública de alquiler y el maltrato que inflige a las inquilina e inquilinos.

VIPASA PASA – Nortes (10/02/2021)

Según se puede leer y ver en el el diario digital NORTES, «Asociaciones del tercer sector y activistas por el derecho a la vivienda denuncian la escasez de viviendas públicas en la comunidad, pero también la gestión negligente de las mismas. Pese a estar adscrita a la Consejería de Servicios y Derechos Sociales, y siendo su razón de ser “el valor social” de la vivienda, inquilinos y oenegés critican la falta de acompañamiento a las familias vulnerables que acceden a los alquileres. Asimismo, los vecinos se quejan del mal estado de las viviendas y la falta de diligencia de VIPASA a la hora de arreglar los desperfectos.

“Ya hubo problemas con VIPASA desde el primer momento, con el retraso en la entrega de los pisos”, asegura José Iván Iglesias, inquilino de una vivienda de la empresa pública en la calle Valvedro de Avilés desde hace doce años. “Nos dieron unos planos, pero luego la realidad fue muy diferente: los pisos deberían tener terraza y persianas en los salones, y no las tienen”, dice Iglesias. Pese a ello, el problema más acuciante para Iglesias y otros inquilinos es muy distinto: “Es el deterioro de las casas y la falta de mantenimiento”.

“El 4 de diciembre se me levantó el suelo de casa, y no podía cerrar las puertas ni del baño ni de las habitaciones”, relata el inquilino, “ha habido más vecinos con el mismo problema, y a mí es la segunda vez que me pasa”. Iglesias avisó a VIPASA de la avería y, a día de hoy, sigue a la espera de que vayan a arreglarle el suelo. “Después de preguntarles varias veces que cuándo iban a venir su respuesta fue con malas formas y mala educación, que es algo habitual”, denuncia.
“Me dijeron que levantase yo el suelo y, como no podía cerrar las puertas, tuve que llamar a un amigo para que me lo levantase él. Si en breves no vienen voy a tomar medidas judiciales, porque el pasotismo de esta gente es alucinante. Ni quieren saber nada ni actúan. Tuve también la caldera estropeada y tardaron dos semanas en arreglármela. El alcantarillado y los desagües del edificio están mal construidos y los trasteros se inundan”. Iglesias alude a la Ley de Propiedad Vertical, que en su artículo 21 establece que “el arrendador está obligado a realizar, sin derecho a elevar por ello la renta, todas las reparaciones que sean necesarias para conservar la vivienda en las condiciones de habitabilidad”.

Uno acaba un poco cansado”, lamenta, “y tengo una vecina que se va a ir del piso. Tiene el suelo levantado, la puerta de casa no se le cierra y no le dan solución”.

“Intentan echar balones fuera”

Raúl Moragues es presidente de ASPARVE (Asociación de Participación Vecinal) e inquilino desde hace quince años de una vivienda de VIPASA en el barrio ovetense de La Corredoria. “Las reparaciones van muy retrasadas”, se queja Moragues, “un vecino ha estado ahora mes y medio para que le arreglasen la caldera, en pleno invierno”. El ovetense reconoce que las cosas “han cambiado a mejor últimamente y atienden con más fluidez”, pero persisten los problemas y las demoras en el mantenimiento.

“Para el tema de las humedades pueden pasar siglos”, asegura, “si necesita una obra gorda pueden pasar años. Las viviendas de la calle Xuacu el de Sama tienen ahora un problema de humedades de moho en las habitaciones”. En el edificio de Moragues, en la calle Pedro Alonso Rato, llevan un mes “con la puerta del garaje estropeada, abierta de par en par. Ahí puede entrar a robar cualquiera, pero nosotros pagamos igual”.

Moragues coincide con Iglesias en destacar los problemas de comunicación con VIPASA: “Tú escribir escribes, pero no a todo te contestan. Luego achacan muchos problemas al vandalismo. Las humedades dicen que son por mala ventilación en las viviendas, e intentan siempre echar balones fuera para no tener que hacerlo ellos”.

Los inquilinos afectados de La Corredoria han convocado una manifestación este jueves a las 11 de la mañana frente a la sede de VIPASA. “Ya no podemos aguantar más. Hemos pedido por activa y por pasiva que arreglen nuestras casas y no nos queda otro remedio que movilizarnos. Estaremos allí como si es a diario hasta que nos atiendan”, ha declarado a los medios Vanesa Mielgo, portavoza de los vecinos.

“Falta acompañamiento social”

“No tienen condiciones de habitabilidad dignas y reciben el desprecio permanente de las autoridades”, zanja Rafael Palacios, diputado autonómico de Podemos que ha estado visitando las casas de los afectados. “Estamos viendo humedades, desperfectos y defectos estructurales en muchas viviendas, los garajes abandonados y llenos de suciedad, problemas de mantenimiento y atención…”, enumera Palacios, que añade que las quejas “no son de ahora, vienen ya de antes”. A todo eso se suma que VIPASA “no atiende las reclamaciones y solicitudes de ayuda urgente, por eso pedimos la dimisión de la gerente”.

Pilar Lobo, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, corrobra que “las de La Corredoria son casas de construcción muy deficiente, insalubres y con problemas de humedades”. La gestión de VIPASA, asegura, “es muy deficiente, y falta acompañamiento social cuando son familias que vienen de una situación de exclusión”. Lobo defiende que es necesario “multiplicar al menos por cuatro el número de viviendas públicas. Ahora hay poquísimas y la emergencia es tremebunda, pero se necesita voluntad política”.

El mismo diagnóstico hace el gijonés Héctor Colunga, presidente de la entidad de intervención y desarrollo comunitario Mar de Niebla. La organización dio su apoyo público las pasadas navidades a unos hermanos del barrio de La Calzada, inquilinos de VIPASA con graves problemas de moho y humedades en su vivienda. Al no recibir respuesta por parte de la empresa pública para su reparación, los hermanos denunciaron la situación en el diario El Comercio.

“Si eres propietario de una vivienda, seas una persona física o una institución pública, tienes la obligación de alquilar la vivienda en condiciones de habitabilidad”, argumenta Colunga, “VIPASA tiene que preocuparse de las personas que están en sus viviendas, que no son suyas, sino de todos los asturianos”. Al igual que Lobo, Colunga cree que “el acompañamiento social tendría que tener un peso importante en la gestión. VIPASA no tendría que ser un intermediario que te adjudica la vivienda y ya está. Tienen que estar en contacto con las familias y acompañarlas”.

Critica también la excesiva “protocolización” de VIPASA, “la falta de alma”, y las dificultades que se encuentran los inquilinos para comunicarse con la empresa. Asimismo, señala la “situación dramática” a la que se ven abocadas las personas sin hogar debido a “la carencia de vivienda pública, que es un paso muy importante para la inclusión”.

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